Comienzo de una
vida laboral
Había
terminado mi actividad de trashumante en la ciudad de Oaxaca y me encerraba en
un solo lugar –El Municipio de la Ciudad del Oaxaca de Juárez. Este 21 de Octubre se cumplieron 40 años.
El día viernes 18 de octubre de 1972, mi padre me
llevaría al Municipio de la ciudad que se ubicaba en 5 de mayo y Murguía nos
entrevistamos con el Sr. Dagoberto Canseco Pérez oficial mayor, después de un recorrido visual
corporal a mi persona, realizó un desdén de aceptación y dijo que me presentara
el lunes a un tiempo de prueba para ver si se me aceptaba como trabajador o no,
aceptamos y salimos de la oficina, el día lunes 21 de octubre me encontré
presente a las 9 de la mañana como se me había indicado en la puerta del
municipio en 5 de mayo, este se encontraba cerrado y dude en tocar la puerta
pero armándome de valor lo hice, primero con suavidad para que no se oyera que
llamaba y luego un poco más fuerte, el toc toc entonces se escuchó por el
conserje Daniel Reyes quien acudió a abrir, me miro y preguntó que quería, -que
quieres, me dijo –creo me vio un poco amolado y tal vez pensó en que le
solicitaría una limosna- le conteste con incertidumbre, es que me dijeron que
viniera a trabajar, ¿Aquí? Pregunto el conserje, SÍ, le contesté, hecho a reír
me miró y volvió a reír –yo no sabía si tenía que reír o que debía hacer, me
quedé perplejo pero serio esperando una respuesta, ¿Hoy? Preguntó, Sí le
contesté, y volvió a realizar la misma pregunta otra vez a lo que volví a
responder lo mismo, hoy es 21 de octubre, me dijo, es día del empleado y no se trabaja,
volvió a reír y dijo ven mañana a ver si te recibe el Sr. Dagoberto ja ja y
cerró la puerta de madera sin más.
Diario “Oaxaca Nuevo”, Número 7239, Fecha: 21 de octubre de 1938
Fuente: Archivo General del Poder Ejecutivo del Estado
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Don Daniel tal vez creyó que se trataba de una broma que me habían hecho por lo que le resto importancia, el citarme un día en el cual no se trabajaba para iniciar a trabajar daba lugar a eso, a una broma, yo no lo pensé así, primero creí en que me había equivocado de lugar, me pasé a la otra acera y miré el portón de madera arriba del mismo decía H. Ayuntamiento de la Ciudad de Oaxaca, hacia arriba de encontraban los balcones con las ventanas cerradas, caminé unos pasos hacia el norte y vi que terminaban los balcones para aparecer otro edificio que un tiempo fue cine aun se leía el letrero ya deteriorado “Cine Landia” recordé que conocía ese lugar que al atravesar la puerta de madera se encontraban unos mostradores donde se vendían dulces y palomitas y estaban enfrente las taquillas se entraba por una cortinas rojas y aparecían las butacas y enfrente la pantalla del pared blanca, arriba estaba el balcón de donde se proyectaban las películas, bueno se me vino a la memoria que existían ratas que recorrían los pies de los asistentes que a veces hacían un escándalo al sentir el roce de ellas y la risa que despertaba a la gente, cubría las paredes del local una cortinas grises y antes del estrado existían unas puertas a los lados, el techo estaba bastante alto y un poco deteriorado las paredes estaban hechas de cantera, una ventana a la derecha cubierta y cerrada de madera permitía el paso de lánguidos rayos de luz, aunque no barato si cómodo para las personas con varios hijos que los llevaban a la matiné, caminé hacia abajo y llegué a la esquina enfrente estaba el restaurant “La ilusión” con seis mesas, tres a cada lado una joven mujer que atendía el negocio, contra esquina de ella estaba una tienda en donde Don WiLy vendía tortas y refrescos para los trabajadores del municipio, detenido en esa esquina me quede mirando el reloj marcada las 9:15 Hrs, no tuve más opción que caminar hacia el centro recorriendo la calle de 5 de Mayo a esas horas vacía y limpia, pasé por el Cine Alcalá y llegué a la Iglesia de San Agustín en donde me detuve para saludar a mi amigo el sacristán Miguelito.
Interior del Palacio Municipal de la
Ciudad de Oaxaca de Juárez, antes de quitar el árbol para estacionamiento de
los carros recolectores de basura. Al terminar de subir las escaleras, a la
izquierda la oficina de archivo, a la derecha los inodoros y siguiendo por el
pasillo –arquitos- la oficina de reclutamiento, sindicatura y Secretaria –no se
ve en la foto.
EL Día
siguiente 22 de octubre de 1972 a mis 15 años con 11 meses y unos días inicié
mi vida laboral sin embargo solo era de prueba por un mes que después se
prolongó a tres meses, conocí a mis
compañeras de trabajo a quienes estimé mucho pero a ellas les simpatizaba bastante
mi escuálida figura y mi muy modesta vestimenta me acogieron como su hijo, como
el mendigo llegado a la ciudad, ahí estaban Rosa Ruiz, Josefina Moreno, Gloria
Reyes, Margarita Herrera, esta era la oficina de la Secretaria Municipal a un
lado se comunicaba con una puerta para entrar al Salón de Cabildos y se
continuaba con la Presidencia Municipal en donde trabajaban Josefina Lara,
Martha Ramírez y estaba de mozo de aseo Froilán Ruiz, después se seguía la
escalera para llegar a la planta baja, al otro lado –derecha- se encontraba la
Sindicatura Municipal con el síndico
primero Lic. Castellanos, mas adelante estaba la oficina de Reclutamiento en
donde trabajaban Antonio Sánchez Cruz y como mozo Isaías Salinas, siguiendo el
pasillo se llegaba a una esquina y a los inodoros en donde existía los
excusados y una regadera, se continuaba
a la derecha con la oficina de Archivo en donde trabajaban las
secretarias Magdalena Reséndiz y Yolanda Díaz y como mozo Benito Trinidad, el
Jefe era Jorge Silva, abajo estaban la
Oficina de Limpia, Recaudación, Hacienda, Tesorería, me di cuenta de la indiferencia de muchos compañeros
trabajadores, pero recuerdo a algunos con simpatía como a Felipe Velasco,
Wilfrido, a algunos que me trataron con bastante hostilidad como Froilán e
Isaías un poco don Daniel, pero también guardo muy gratos recuerdos como la
de Cristina una güera de hermoso cuerpo que atraía a los compañeros y que por
algún motivo a mi me tuvo mucha consideración y se empeñaba a enseñarme muchas
cosas que no entendía cosas de oficina, fue como una tutora me decía como se
llamaba cada cosa, que una engrapadora y como se usaba, la desengrapadora, la
copia, el papel carbón, el uso de del papel membretado, etc., en fin me trataba
como un bebé cuando la miraba sin entender lo que me decía me miraba y con gran
ternura me acercaba a su regazo reía y me explicaba otra vez lo que no entendí,
me enviaba a comprar una torta y un refresco para ella y junto me obligaba a
comprar otro igual para mí, esa actitud les despertaba suspicacia y celos a mis
compañeros que se burlaban de mí con alusiones que no entendía pero eso duró
muy poco porque Cristy se fue sin que yo supiera porque o debido a que, espero
que le haya ido bien porque en el fondo de mi corazón la aprecié mucho por su desinteresado apoyo
en esos momentos de adaptación al trabajo, ella trabajaba en Hacienda y no me correspondía
estar en esa oficina pero me sentía a gusto pasar a verla y hacer lo que ella
me decía, quizá le simpatizaba mi triste figura.
De derecha a izquierda: Isidro Hurtado,
Margarita Herrera, Sergio Mario Martínez, Ana María Ramírez, Guadalupe Moguel,
Rosa Ruiz y yo (Aurelio Cortés), en la oficina de la secretaría Municipal en 5
de Mayo y Murguía.
Sin embargo
aprendí muchas cosas con mis compañeras Doña Josefina me ayudó a tener iniciativa
y decía que existían grandes hombres que “así como tú, que salen de la nada
llegan a ser grandes” refiriéndose que a base de esfuerzo se puede llegar a
tener una profesión y buena posición social –digamos que estaba sentenciado por
ella y obligado a ser “alguien”, en verdad fui tratado como un hijo para ellas,
Margarita tenía un carácter bastante hostil y muy fácil se irritaba sin embargo
todos tenemos esos sentimientos ocultos del perdón sin expresarlo y varias
veces recibí su perdón por no saber hacer lo que ella me pedía, a pesar de su
carácter nunca me ofendió y nos estimamos cada quien a su modo, Gloria era una
secretaria muy eficiente y siempre exigente con ella misma para que todo
saliera a la perfección y ella me enseño a escribir a máquina a no tener
errores a ser meticuloso a dedicarse en cuerpo y alma a las cosas para que
salieran bien, ella no tenía compasión con algo que saliera mal, jamás un
oficio debe salir con fallas porque se deja mal no solo al secretario municipal
o al presidente sino a todo el municipio decía, todo lo tenía ordenado y su
memoria era excepcional porque recordaba en donde estaba tal o cual oficio, se
empeñó en enseñarme taquigrafía y por ella lo aprendí que después me sirvió en
mucho, Don Gabino era el secretario municipal pertenecía a la Familia de los
García Aranda, su padre había escrito la canción de “la Tortolita” en ese
momento desconocía el porqué “don Gabinito” era tan apreciado, me enviaba con
su hermano Fernando y Fausto a dejarle cosas en la cafetería “Guelatao” en los
portales del zócalo, mucho después ayude a instalar adornos y otras cosa en el
Teatro Macedonio Alcalá porque se presentó en dúo Fernando al piano y Gabino al violín en un concierto en donde
fueron ovacionados por los presentes y que no me llamó la atención –tal vez por
mi desconocimiento en el arte-, ahí me enteré que su padre había fallecido en
el año de 1958 y fue creador de varias canciones vernáculas Oaxaqueñas, en la
oficina, era Don Gabinito muy respetado- poco a poco se fue ganando mi respeto-
ja ja, yo en verdad desconocía todo lo que la sociedad venía conservando en ese
tiempo yo a don Gabino lo respetaba porque imponía respeto y su mandato era la
Ley, fue mi jefe y le obedecía solamente, nunca tuve una plática con él algunas
cosas que recuerdo de él fueron que me enviaba a su casa en J.P. García para
llevar o traer mandados a su esposa doña Carmelita ella era muy atenta y
muy respetuosa pero sin exagerar, adoraba a su esposo y lo tenía en lo más alto
–cierta vez me conto Isidro el otro mozo que fue a dejarle el pan o algo y
carmelita le dijo déjalo ahí en la mesa pero que cuando el bajó la mano le tocó
el trasero porque ella se arrimó para tras accidentalmente, que crees que pasó
me preguntó- no sé, le dije- nos quedamos mirando. Dijo Isidro-, y luego nos
carcajeamos y me dijo la señora carmelita, no le vayas a decir nada a Don
Gabinito- ¡A cabrón de le dije ahorita le voy a decir yo! Y reímos mucho,
Isidro y yo.
Pasaron los
primeros 30 días de prueba y no sabía si iba a trabajar o no en el municipio y
no me llegaba ninguna paga, me desesperaba que había poco trabajo como mozo de
aseo me tocaba hacer el aseo de la secretaria municipal su pasillo y después ir
a entregar los oficios a la presidencia o al archivo y a esperar que avanzaran
las horas hasta que a las secretarias les apetecía algo e ir a comprar una
torta y un refresco a la tienda de la esquina y regresar y esperar que mas
hacer, así pasó noviembre y diciembre del 72, recuerdo que el 23 de diciembre
me acerqué al zócalo y vi a mi jefe Dagoberto estar apurado organizando los
stands para la noche de rábanos y dude en acercarme para ayudar, me arme de
valor y le dije que si quería que le ayudara, me miró y dijo que sí, me ordenó
que hiciera eso y aquello y yo estaba orgulloso de ser útil y trabajamos la
noche para terminar ya pasado de la 2 de la mañana sin embargo esa actitud me
ayudó mucho porque a partir de ahí el jefe sabía que podía contar conmigo y
llegó mi primer sueldo $150.00 pesos, nunca había visto tanto dinero junto, ya
que como bolero cuando mucho lograba $10.00 pesos al día cuando era un buen
día, estaba más que feliz después me
llegó mi nombramiento como Mozo de Aseo de la Secretaria Municipal, recuerdo
que despertó cierta envidia de algunos compañeros pero sin hacer mucho caso
seguí en el trabajo, entonces el jefe armó un grupo de trabajo en donde
estábamos el Güero Sergio Mario Martínez, Isidro Hurtado, Froilán Ruíz, Rodolfo
Aragón encargado del aparato de sonido, Dagoberto y yo que era el más chico
tenía entonces 16 años, encontré en el municipio una casa ya que me quedaba a estudiar porque
De izquierda a derecha: Isaías Salinas, el Jefe Dagoberto Canseco, yo (Aurelio alias Domingo Cortés), Rodolfo Aragón, arriba de la camioneta Froilán Hernández, Juan Cortés e isidro Hurtado. Equipo de trabajo del Municipio 1973.
De pie, Carlos Cortés, Isaías Salinas, yo, Rodolfo y Sergio Mario Martínez, arriba, Isidro, Froilán y Juan. En la camioneta donde tuve que aprender a manejar después.
en mi casa no teníamos luz eléctrica y allá
sí, además había regadera para bañarse y
bastaba una torta y un refresco para llenarme o si me daba tiempo iba a comer
al mercado 20 de noviembre en donde mi madrecita tenía un puesto de comida
llamado la Mixtequita, mi rutina era si me quedaba a dormir en el municipio
despertaba temprano para hacer el aseo de la oficina, me bañaba y salía a
almorzar con mi mamá o ahí mismo con un jugo y un pan, trabajaba de 9 hasta las
3 de la tarde y entraba a la secundaria Vicente Guerrero a las 4 de la tarde si
llegaba antes solía jugar futbol con los compañeros de la secundaria y después
entraba a clases sudando y apurado, es decir era un chico de los más normal,
salía de la secundaria a las 9 o 10 de la noche y a caminar de regreso al
municipio para estudiar y dormir y si me iba a la casa al salir de la
secundaria allá por la casa de la cultura en la calle de González Ortega
caminaba hasta mi casa de Santa Anita algunas veces pasaba al mercado y mi
madrecita me esperaba para cenar e irnos todos caminando por la calle de 20 de
noviembre hasta llegar al puente Porfirio Díaz y llegar a la casa a las 11 o 12
de la noche sin importar si lloviera y hiciera frío, solo llegábamos para
dormir unas horas y despertar a las 6 de la mañana para llegar al trabajo y
hacer el aseo para que estuviera limpiecito antes de que llegaran los
compañeros de la oficina,, ahí terminé mi secundaria y como era particular con
lo que me pagaban en el trabajo pude costear mis colegiaturas para terminar.
En la ceremonia con el Presidente
Municipal Interino C. Luis Felipe González del Valle y los familiares de
Maestro.
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Venta
de Maíz para paliar el desabasto en el año de 1973, en la parte de abajo se
encontraba la báscula y la gente hacía la fila subiendo por las escaleras hasta
la parte alta o hacía afuera del municipio llegando hasta la calle de reforma
(escuela primaria Abraham Castellanos)..
Cierta vez rentaron el local del
municipio para la realización de un baile en donde de cobró una cantidad para
beneficio del Municipio, mala decisión ya que terminó en una guerra, recuerdo
que nunca había asistido a un baile y tenía muchas ganas de conocer a la presentación del famoso grupo musical de
ese tiempo llamado Acapulco Tropical y la Luz Roja de San Marcos, en la parte
de abajo se instalaron mesas en el patio, en los corredores se instalaron los
conjuntos frente a ellos en el otro extremo se encontraba una bodega en donde
se guardaba todo lo que el ayuntamiento decomisaba a los infractores, así que
había varias cosas, lámparas, focos, mesas, candelabros, bicicletas, alfombras,
etc., etc., nadie podía entrar a ese local sin autorización del Jefe de
inspectores, eso era para que nada se perdiera puesto que los dueños lo podían
reclamar después de pagar su multa, pues bien, me colé sin pagar entrando por
la biblioteca municipal que se encontraba colindando con el edificio de la
Logia Masónica sobre la calle de Murguía, recuerdo que el Sr. Filadelfo me
permitió pasar, me ubique en la parte alta del edificio en donde se encontraba
la secretaria municipal ya que los corredores de la parte alta también tenía
mesas todo en derredor, el baile comenzó y todo tranquilo el primer grupo “Los Polirritmicos” abrió el espectáculo con sus canciones que le dieron
fama, pasaron las 2 primeras horas, hicieron la presentación del grupo Acapulco
Tropical que tardó un buen tiempo en salir y la gente se empezó a fastidiar
cuando ellos salieron fue un alboroto total entre chiflidos y aplausos y
mentadas de mamá empezaron a tocar, los ánimos se fueron calentando y empezó la
trifulca los de arriba contra los de abajo primero con envases de refrescos y
después con sillas y todos a correr, yo veía con asombro el espectáculo tirado
en el pasillo como se golpeaban en serio y se daban de sillazos y con todo lo
que encontraban, vi como un grupo de gente forzó la puerta de la bodega
logrando tirarla y entraron a ella y salían con varias cosas a rastras, bueno
yo tenía una combinación de miedo, inconformidad porque habían entrado a un
lugar secreto como la bodega y se estaban robando las cosas y empezaron a
gritar que llegaba la policía y todos corrimos como pudimos para salir y no ser
aprendidos, creo que mi miedo era que me fuera a agarrar la policía y me
encerrara porque no pague la entrada para mi ese fue mi mayor preocupación por
lo que salí corriendo y no paré hasta llegar al teatro Macedonio Alcalá y de
ahí vi que la policía se entretenía en detener a todos los que podía, así pasó
mi primera asistencia a un baile popular, cuando volví a ir a otro? No lo
recuerdo. El lunes siguiente todo el edificio era un caos y la plática entre
los compañeros fue sobre eso y hablaban de tal y cual cosa y yo calladito ni
una palabra y cuando me preguntaban si estuve yo lo negué no solo tres veces
sino todas hasta el Sr. Filadelfo diría alguna vez que yo estuve en ese baile y
yo lo negué siempre, mi mayor temor fue que se dijera que entre al baile sin
pagar.
Con el paso
del tiempo Isidro y yo nos llevamos muy bien, el fue mayor que yo creo unos 8
años y nos defendíamos de los otros malosos como Froilán, Isaías, Benito, y
otros, la envidia era que los dos estudiábamos y trabajábamos y progresábamos
en el estudio y también éramos consentidos del jefe –claro que Isidro y yo
peleamos una vez bastante fuerte, nos golpeamos quien sabe porque y sí nos
lastimamos pero nadie rajó y no teníamos otra opción que trabajar juntos y
finalmente nos apreciamos porque nos apoyamos entre los dos, teníamos que entregar
documentos a diferentes dependencias ya del gobierno del estado ya a
particulares a comercios, etc.,. entonces lo hacíamos caminando, vimos que
había dos bicicletas decomisadas que estaban a un lado de lo que había quedado
de la bodega y tramamos hablar con el jefe para usarlo para entregar la
correspondencia no nos atrevimos luego luego y cada vez que decidíamos hablar
con el jefe terminábamos cohibiéndonos, nos echábamos la pelota y él me decía
dile tu, no le decía yo, dile tu, y una vez nos armamos de valor y le dijimos
los dos, sabe que jefe es que queremos utilizar esa bicicletas que están ahí
para entregar la correspondencia más rápido y etc., etc., se nos quedó viendo
el jefe y dijo déjenme decirle al presidente municipal porque no es de
nosotros y pueden venir a sacarlo, ha
pero también queremos que los compongan, o sea limosneros y con garrote dijo el
jefe y pasó un tiempo y bajo oficio del presidente y secretario municipal se
autorizó para que la tesorería pagará la reparación y posterior dotación de dos
bicicletas a los CC. Isidro Hurtado Ramírez y Domingo Cortes Peralta (o sea yo)
para uso del Municipio, contentos llevamos a reparar las bicis a una reparadora
llamada Servicios Unda ubicado en aquel tiempo en la calle de Porfirio Díaz
junto a la iglesia de Carmen Bajo, creo diario íbamos a ver si ya estaba
nuestra bici hasta que llegó el día que nos dieron las bicis no sin antes
firmar de recibido y con copia al C. Jorge Martínez Gracida y Gabino García
Pujol Presidente y Secretario Municipal, haciéndonos responsables del buen uso
de las bicis, así felices íbamos rápido a los mandados y a entregar
correspondencia, mi bici era sin cuadro como las de mujer porque era el mas
chiquito y el de Isidro era normal porque estaba más alto que yo, mi bici tiene
su historia porque para ese entonces ya asistía a la prepa dos de la UABJO y
fue mi medio de transporte muy querido y digo que tuvo su historia porque me lo
llevaba a la prepa y lo dejaba ahí junto a un árbol y cuando salía ya lo tenían
jugando los muchachos y muchachas de la prepa, solo les decía confiadamente, es
mío cuando lo desocupen me le dejan aquí y sin problemas me lo dejaban por
donde sea pero ahí estaba, entonces digo que existía gente honrada, inclusive
algunas veces me lo pidieron para ir a manejar al campo Venustiano Carranza que
quedaba cerca y se los prestaba y me lo regresaban, en esa bici a veces íbamos
varios cuatro o cinco, de la prepa, Isidro (otro Isidro), Barrita, el
chocolate, Ojeda, Arrazola y yo, uno en cada diablito otro sosteniendo el
manubrio otro en el asiento o como se pudiera lo llevábamos por todos lados, lo
dejábamos por ahí tirado y del mismo modo regresábamos así íbamos al campo a
jugar o al centro a pasear o a divertirnos, en una ocasión, Isidro (el otro) me
pidió prestada la bici y se lo di, después me contaron que iban él, Ojeda,
barrita y Chucho en la bici y por una calle de la noria antes de llegar al
periférico se le atoró una pierna a Ojeda, la situación fue que Ojeda se
encargó de empujar la bici y después se
debería de subir, así que empujó pero cayó en una de las pichanchas nuevas que
había puesto en esa calle y se atoró su pierna, cuando le dijeron súbete,
súbete, él gritó que no podía sacar su pierna, entonces se bajaron de la bici y
caminaron de regreso todos para ayudar a Ojeda y dejaron la bici estacionada en
la esquina, pero sacar la pierna de Ojeda no fue fácil, fue todo un show ya que
un tráiler debía entrar en esa calle pero como estaban los compañeros luchando
para sacar la pierna se bajó el chofer del tráiler y obstaculizo el periférico
porque se había abierto para dar la vuelta, bajó una barreta pero fue imposible porque podía lastimarle la pierna una señora salió y trajo aceite de cocina
que le untó en su pierna atorada y trataron de traccionarla y no salió, alguien
dijo que en el otro extremo estaba más ancho y se lo llevaron a rastras y
tampoco les resultó la maniobra, preocupaba a todos porque la pierna se estaba
inflamando y cada vez era más difícil extraerla, finalmente con una maniobra de
un señor se logró sacar la pierna, llamaron a la Cruz Roja pero Ojeda dijo que
estaba bien y no permitió que se lo llevaran, -más por pena y vergüenza- así
que con apoyo de los compañeros empezó a caminar y ya se regresaban cuando un
niño llegó corriendo para decirles, oigan no es su bici la que está ahí?, fue
cuando se acordaron de la bici y dijeron ha, si, es nuestra, así que me
llevaron la bici pero en ese momento no me dijeron nada para que no me fuera a
enojar, así que esa bici le duró mucho hasta que me la robaron en Santa Anita por
mi casa en donde lo dejaba encargada por la noche, supe quien me la robó pero,
ah, se lo dejé, total.
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